Retomando en cierto modo la lectura de Richard Stallman, resulta sorprendente hasta donde pueden llegar ciertas organizaciones con el fin de recaudar e impedir la evolución del conocimiento, aunque seguro que éstas no lo creen así. Me parece increíble el trato criminal que se les da a las personas que intentan difundir conocimiento, como la sentencia penal al programador que difundió fallos en la tecnología de los libros electrónicos, nada menos que en un congreso, fallos de los cuáles las empresas y los editores de libros electrónicos pueden aprender, ya que si un programador lo ha descubierto, no tardarán en descubrirlo otros, y esa vez no se hará público, visto el resultado de tal acción, por lo que en vez de admitir esos fallos tecnológicos y subsanarlos, los seguirán teniendo y será posible que los usuarios los vulneren. Frenando así la difusión del conocimiento y además están incurriendo en graves ineficiencias. Otro ejemplo son las acciones legales contra las redes P2P, una forma rapidísima de difundir tanto conocimientos nuevos, como conocimientos antiguos que sólo unos pocos privilegiados poseen.
Todas estas acciones llevadas a cabo por este tipo de organizaciones me parecen un lastre para la sociedad, y la evolución y progreso de la humanidad. Penalizando la difusión de conocimiento y creatividad se desincentiva en gran medida la investigación y, por lo tanto, se ralentiza la evolución de los conocimientos. De seguir así, después de un siglo tan brillante como el anterior, nos veremos en cierta medida estancados, y en mi opinión no es por aquello de “ya está todo inventado” si no por lo palos en las ruedas que se ponen a la creatividad y libertad del conocimiento.
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